Cultivos de primeros pobladores de Rapa Nui revelan contactos con nativos sudamericanos

Nota Interpretativa: No existen fronteras rígidas como cierta historiografía ha querido dar a entender. Nuevas investigaciones evidencian signos que se van encontrando de intercambios entre tierras distantes dentro de Abya Yala. Estos circuitos de intercambio también están presentes en Wallmapu y queda de manifiesto en la alfarería antigua. La tradición oral en los territorios así también lo señala, existen préstamos culturales que la linguística de los idiomas originarios está comenzando a estudiar dando cuenta de estos cruces y vínculos. Los alimentos también siguen esa dinámica.

El Mercurio

Estudio de investigadoras chilenas publicado en Plos One:

Cultivos de primeros pobladores de Rapa Nui revelan contactos con nativos sudamericanos

A través del análisis de granos de almidón en herramientas halladas en la zona de Anakena, se determinó la presencia de plantas de origen polinésico, pero también americanas, como yuca, camote y achira, siglos antes de la llegada de europeos a la zona.

Los primeros habitantes de Rapa Nui, hace unos mil años, ya cultivaban productos vegetales tradicionales de la Polinesia, pero también otros que tienen su origen en lo que hoy es Sudamérica. Una realidad que da cuenta no solo de la variedad de su dieta, sino también de un contacto mucho más temprano del que se creía con el continente americano y mucho antes de la llegada de los europeos.

Estos son algunos resultados de una investigación llevada a cabo por un equipo de investigadoras chilenas, que buscó reconstruir las prácticas de subsistencia de la sociedad rapanuí en sus primeras etapas de asentamiento.

‘En general, la dieta polinésica se basaba en proteínas de origen marino (pescados), y también en gallinas y ratones, que se complementaban con cultivos de alimentos en los que se come el bulbo subterráneo de la planta’, explica Andrea Seelenfreund, arqueóloga de la U. Academia de Humanismo Cristiano y quien lideró el estudio, publicado en la revista científica Plos One.

Para el trabajo, que comenzó en 2012 y en el que también participaron investigadoras de la U. Metropolitana de Ciencias de la Educación, de la U. Bernardo O’Higgins, de la U. de Chile y de la U. de Uppsala (Suecia), con apoyo de la ANID, se recurrió al análisis de residuos de granos de almidón encontrados en herramientas de obsidiana desenterradas en la zona de la playa de Anakena.

Se trata de restos de 20 herramientas halladas por investigadores noruegos en 1986, a varios metros de profundidad frente al ahu Nau Nau —plataforma ceremonial con siete moáis—, y que hasta hoy permanecen en el depósito del Museo de Rapa Nui. Se estima que pertenecen al período que va entre los años 1000-1300 d. C., lo que representa hasta ahora la evidencia de asentamiento humano más antiguo en esta isla.

Grandes navegantes

Hasta allá viajó Seelenfreund para recoger muestras de los residuos de almidón que fueron analizadas microscópicamente, para hacer un registro de sus características morfológicas, las que luego fueron comparadas con una colección de plantas de origen polinésico y americano. ‘Encontramos más productos presentes de lo que se suponía’, dice la investigadora.

Por ejemplo, se identificaron granos de almidón procedentes de cultivos tradicionales en las islas del Pacífico, como taro (Colocasi esculenta) y ñame (Dioscorea alata), así como de otras plantas polinésicas para las que no había registro previo en la isla, como la manzana de Tahití (Spondias dulcis) y el árbol del pan (Artocarpus altilis).

Este último ‘da un fruto similar a la chirimoya en tamaño, pero con una contextura similar a la miga de marraqueta. Aún hay algunos de estos árboles en el pueblo (Hanga Roa), aunque ya no se consumen’, precisa Seelenfreund. No hay registros de que los primeros europeos en la isla (siglo XVII) hayan visto estos árboles, agrega, lo que hace suponer que desaparecieron en un momento y luego fueron reintroducidos.

También hallaron restos de jengibre (Zingiber officinale), algo muy raro, a juicio de la investigadora. ‘Existe un jengibre común en la cocina asiática, pero hay otro en la Polinesia del cual se usa la flor como jabón. No sabemos a cuál pertenece o quizás hay una especie que no hemos documentado aún’.

Lo que más llamó la atención fue la presencia de cultivos de origen americano, como camote (Ipomoea batatas), achira (Canna sp) y mandioca o yuca (Manihot esculenta). Si bien el camote ya había sido documentado en otras islas del Pacífico, el sitio de Anakena sitúa la presencia de esta especie en Rapa Nui en un período muy anterior a la presencia europea.

En el caso de las otras tres especies de tubérculos, no había registros previos en otras islas del Pacífico. Ni de tanta antigüedad. ‘Hay relatos de españoles y peruanos, de 1770, que hablan de achira. En Ecuador y Colombia se usa con frecuencia para envolver comida’, dice Seelenfreund.

Calogero Santoro, investigador del Laboratorio de Arqueología y Paleoambiente de la U. de Tarapacá, quien no participó de este estudio, destaca que sus resultados son ‘sorprendentes e interesantes’. Por un lado, ‘la antigüedad del material orgánico analizado da piso para sostener la colonización de Isla de Pascua anterior a la que se cree’.

Además, enfatiza, ‘da impulso a la idea del traspaso de diferentes cultivos entre distintas zonas del planeta hace miles de años. Al hombre moderno le cuesta visualizar que en un pasado remoto se pudiera haber realizado este tipo de viajes tan largos. Pero moverse por mar no era un impedimento’.

Los polinesios fueron grandes navegantes y desde hace 2 mil años al menos, y durante varios siglos, cruzaron el océano navegando miles de kilómetros. Así fueron poblando islas y habrían llegado a las costas de América.

‘En cada regreso, cargaban alimentos, animales y plantas completas’, dice Seelenfreund. Por el tipo de cultivos que hallaron, se trata de especies tropicales y subtropicales, que se siguen cultivando sobre todo en la zona norte de Sudamérica y que tenían más posibilidades de adaptarse a la isla.

‘No hubo un único punto de contacto con el continente’, agrega. Pero ‘la presencia de estas especies sugiere que hubo algún tipo de contacto entre los navegantes polinesios y las poblaciones de las costas sudamericanas mucho antes de lo que se creía’.

Recuadro

Si bien no hay dudas de que los polinesios pudieron haber llegado a América, no está claro cuándo fue y con qué regularidad lo hicieron. Por su ubicación geográfica, Chile pudo ser un potencial lugar de arribo: de hecho, el yacimiento El Arenal-1, en la provincia de Arauco, es conocido por la evidencia de ADN de un hueso de pollo que sugiere contactos precolombinos con la Polinesia (análisis de investigadores de la U. de Auckland observaron que tenía una secuencia genética similar a la de un par de piezas procedentes de islas del Pacífico). Sin embargo, un nuevo estudio publicado el mes pasado, liderado por investigadores de la misma universidad, a partir de nuevos análisis realizados desde 2018, confirman una fecha precolombina para este sitio, pero ‘nuestros hallazgos no produjeron ninguna evidencia de contacto con la Polinesia’, dicen los autores, quienes sí detectaron evidencias de interacción con otros territorios sudamericanos, como Neuquén (Argentina), por lo que se requiere de más estudios.

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